Anteriormente escribí un artículo donde hablaba sobre la desnudez que nos dejaba esta pandemia, porque a pesar de contar con grandes recursos y tecnología de última generación, el COVID-19 nos mostraba una cruda realidad, que muchos por una u otra razón, o ignorábamos o simplemente no la queríamos ver, pero que no solo se ha asomado, sino que se ha mostrado de cuerpo completo, dejando bien claro, lo que en realidad somos y tenemos.
Algo que siempre se ha hablado es de porque los empresarios dominicanos no son tan proclives a aceptar el trabajo desde la casa a muchos empleados que pudieran hacerlo, y no necesariamente tienen que cumplir en tan odiado 8 a 5, y en esta ocasión, hay muchos que enarbolaban ese sentimiento, pero que ante la realidad actual, han entendido que no cuentan con las condiciones indispensables para soportar este tipo de trabajo desde sus casas, por múltiples razones, que van desde lo económico, hasta las obligaciones propias de un hogar.
El gran reto de trabajar desde casa en una pandemia
El hecho de que nunca nos preparamos como país al trabajo desde la casa, a facilitar y crear una estructura viable, nos ha puesto a pensar realmente que tanto se puede trabajar desde la casa y ser lo suficientemente eficiente, para cumplir las tareas, pues nos enfrentamos a que una familia se encuentra desde la casa, padre y madre trabajando en labores de oficina, pero a la vez, pendiente de los quehaceres hogareños, cocinar, lavar, fregar, limpiar, y un etcétera infinito, pues no tienen una persona que los pueda ayudar, pues la mayoría de las familias que contaban con un servicio doméstico, las dejaron ir para sus casas, pagando en muchos casos, sus salarios normalmente, atendiendo y ejerciendo de manera coherente su deber como ciudadanos.
Por otro lado nos encontramos con los hijos, unos tal vez universitarios y otros en edades escolares, que también tienen que seguir haciendo sus deberes, pero aquí también los padres han tenido que dedicar un buen tiempo a ayudar a sus hijos con esas tareas, pues las explicaciones de los maestros y profesores, no ha sido suficiente, debido a las limitaciones de la estructura, porque como bien expresé anteriormente, no nos preparamos para este tipo de situaciones.
Pero no es solo eso, es que muchas familias no se prepararon para realizar este tipo de trabajos, pues entendían por ejemplo que no es indispensable contar con una computadora en la casa, pues no la necesitaban, dentro de su creencia, porque muchos hacen sus trabajos desde las oficinas, tampoco contar con un servicio de internet, pues a igual, realizaban la mayoría de las acciones desde sus lugares de trabajo y en sus celulares, se manejan con los llamados (paqueticos) es decir, compra de una determinada cantidad de minutos, que le sirven para conectarse a internet y para hacer una que otra llamada, pero que no sirve ni es factible para realizar largas conexiones y demanda de información, porque resulta altamente costoso e insostenible.
Por otro lado vemos la ineficiencia del Gobierno, que a estas alturas, con tanta tecnología de vanguardia y recursos disponibles, no tenemos un servicio de energía eléctrica eficiente, y esto ha afectado el desempeño de las personas en sus hogares, porque las horas de apagones que reciben, son suficientes para trastocar todo, y estos no tienen para contar con un inversor o planta, que les supla energía mientras el Gobierno no puede hacerlo de manera eficiente, por tanto, se atrasan trabajos, se crean fricciones, por esas razones, pero no se puede hacer más.