En la República Dominicana no se tiene una cultura de asegurar los bienes, a pesar de que es una isla y está sometida a situaciones que pudieran en un momento dado, provocar pérdidas enormes, ya sea producto de huracanes, clima, terremotos, entre otras situaciones, y es que siempre se ha tenido la idea de que las cosas no van a ocurrir, muchas veces producto de creencias religiosas que han permeado y que hacen creer que hay una protección hacia el territorio dominicano.
La información por parte de la Cámara Dominicana de Aseguradores y Reaseguradores de que tan sólo 17 mil personas tienen aseguradas sus viviendas de manera particular, refleja de manera clara el poco interés o previsión que tienen los dominicanos para asegurar un bien tan importante como lo es la vivienda, ya sea una casa o un apartamento y el número todavía es más alarmante, porque el 60% de esos seguros, es con relación a una segunda vivienda.
A pesar de que en República Dominicana hay una gran cantidad de personas o familias que recurren al préstamo hipotecario, con el fin de poder tener su vivienda propia, y con esto la entidad bancaria que desembolsa el mismo, contiene un seguro, sin embargo, ese seguro es simplemente para que esta entidad financiera que está arriesgando su capital para financiar una casa o apartamento, pueda recuperarlo en caso de que se produzca una situación de incendio, huracán o terremoto y la propiedad financiada, sufra daños considerables.
El hecho de que las entidades bancarias tengan un seguro, hace creer a los propietarios de las viviendas, que las mismas se encuentran aseguradas para cualquier situación y no es de esa manera, pues se trata pura y simplemente de una protección contra la inversión que ha realizado la entidad bancaria prestante, mientras que el adquiriente de la casa o apartamento, en caso de que suceda cualquier eventualidad, quedaría sin nada, pues no posee un seguro particular para la protección.
Esta situación puede deberse fundamentalmente a una falta de educación sobre el particular y por la creencia de que con el seguro que interpone la entidad financiera ya es suficiente, porque no hay información para el adquiriente de la vivienda al respecto y al final, puede terminar perdiendo su inversión y ahorros de años de trabajo y sin esperanzas posiblemente de poder recuperar en algún momento, pues nadie le advirtió sobre el particular, lo que lo deja prácticamente a la deriva.