El béisbol es un deporte de sorpresas. Aun cuando las estadísticas y los análisis parecen sentenciar un resultado, el terreno de juego suele recordar que la lógica no siempre dicta la última palabra.
La contradicción en el discurso
Desde hace décadas, fanáticos y periodistas deportivos repiten la frase: en béisbol, el mejor equipo no siempre gana. Sin embargo, al escuchar con atención los comentarios en programas de radio, televisión o plataformas digitales, se percibe una contradicción.
Los mismos analistas que destacan lo imprevisto del juego suelen afirmar, con una seguridad casi absoluta, que el conjunto “mejor conformado” vencerá a su rival. Esta manera tajante de plantear el análisis parece olvidar que la magia del béisbol está precisamente en su capacidad de desafiar los pronósticos.
El ejemplo de los Yankees y los Azulejos
El reciente duelo entre Yankees y Azulejos ilustra bien este dilema. La mayoría de los especialistas coincidía en que Nueva York era ampliamente superior en ofensiva y pitcheo. Algunos incluso descartaron por completo cualquier posibilidad de triunfo para Toronto.
Pero en el terreno ocurrió lo contrario: los Azulejos dominaron con autoridad, tanto en el bateo como en el pitcheo. El juego, que para muchos estaba escrito de antemano, terminó desbordando la narrativa mediática con un resultado inesperado.
Probabilidades, no certezas
Esto revela una lección clave: las estadísticas y métricas avanzadas sirven para orientar, pero nunca para sentenciar. El béisbol no se juega en los papeles, sino en el terreno. Y en ese terreno, una jugada, un error o un lanzamiento oportuno pueden cambiar por completo el destino de un partido.
El problema no es apostar por el favorito, sino hacerlo de manera tan categórica que se anule la posibilidad de sorpresa, cuando la sorpresa es parte esencial del juego.
Más allá del diamante
En el fondo, esta reflexión habla de cómo comunicamos. Como periodistas, el rol no es solo explicar lo evidente, sino reconocer la complejidad. Dar espacio al imprevisto no debilita el análisis: lo hace más creíble, más humano y más cercano a la realidad.
Lo que nos guarda el béisbol
El béisbol enseña algo que trasciende el deporte: que la vida no se define solo por estadísticas ni por proyecciones. Que incluso el equipo menos favorecido puede sorprender al favorito y cambiar la historia.
Por eso, al analizar —ya sea un partido, un proyecto o una situación de la vida misma— conviene recordar que el “mejor” no siempre gana, y que la verdadera riqueza está en cómo enfrentamos la incertidumbre. Porque en béisbol, como en la vida, nada está decidido hasta el último out.